Ella tenía 12 años de edad y estudiaba el Séptimo Grado de la escuela primaria y su hermana 17, cuando el gobierno federal depositó la suma en un banco a su nombre, pero debió esperar, acorde con las leyes estadounidenses cumplir los 18 para poder recibir el millón.
Su hermana fue beneficiada con otros $800.000 dólares.
Luego de la tragedia, su abuela pidió la custodia de las hermanas, pero la mujer sufría de diabetes crónica, tenía que inyectarse insulina diariamente y se tomaba 20 pastillas diferentes por lo que se le negó la tutela.
En esa situación, Yolanda Reyes, madrina de la menor de las hermanas y cuya familia era económicamente apoyada por la madre de la demandante, que ganaba un sueldo de $400.00 dólares a la semana, apareció para hacerse cargo de las menores de las que se comprometió a cuidar como a sus propias hijas.
Recibido el dinero, Shanhellen destinó una parte importante de la suma para ayudar a su madrina a cuya familia les compró vehículos, televisores, muebles y casas en la República Dominicana.
Del millón gastó $200.000 en esos menesteres y porque según afirma, se sentía obligada a ayudar a su madrina.
Con su inexperiencia en finanzas y no sabiendo qué hacer con el dinero restante, fue convencida por Reyes para que invirtiera en Santo Domingo en bienes raíces y otros negocios, pero le advirtió la madrina que como la joven no era ciudadana dominicana, era ella (Reyes) quien debía hacerlo.
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